Los días de viento y lluvia son muy graciosos.
Los más prácticos llevan abrigos con capucha.
Existen dos tipos, las prácticas y las bonitas. Los que llevan capuchas prácticas, tienen dos cuerdas para ajustarlas al tamaño de su cabeza. En un momento tienen el disfraz perfecto para parecer un leucocito o un glóbulo rojo (en función del color del abrigo); un poco antiestético, pero 100% eficaz. Los más coquetos, las llevan grandes, con un borde de pelo que les hace parecer esquimales. Cuando se las probaron, quedaba genial con las luces de la tienda, pero en días como hoy, son un rollo. Si vas en dirección contraria al viento, te dura dos segundos y si vas a favor, te empeñas en mirar hacia abajo para evitar que se te mueva y aumentar la zona de tejido que está en contacto con el aire, pareciendo que estas en un momento reflexivo importante de tu vida.
También encontramos dos tipos: los que los usan plegables y los que no. Los primeros sienten la seguridad de que siempre estarán preparados para lo peor; en cualquier momento sacan su paraguitas y marchan tan agusto. El problema viene cuando hay viento. Los paraguas, como si tuvieran vida propia, se enzarzan en una danza con el viento y los viandantes tienen la sensación de tener un animal desbocado en sus manos con ansias de libertad. Intentando que no se les de la vuelta a tan apreciado artilugio, luchan por no sacar un ojo a los que les acompañan. Los que llevan paraguas de mano, se sienten de la aristocracia moviéndolos lentamente con cada paso que dan cuando no llueve. Pero lo cierto es que van cargando con el amigo allá donde van, y la carga no es del todo ligera.
Los hay que creen que como las ovejas dan lana y no les pasa nada, los gorritos de punto les protegen de la lluvia (nada más lejos de la realidad) y los que siguen creyendo que mojándose crecerán. Aunque lo único que crezca sean las posibilidades de coger un resfriado.
Sea como sea, es curiosa nuestra manera de resguardarnos de la lluvia.
Ojalá se complete el círculo y con la nieve de hoy, la lluvia y el viento salgan unos rayitos de sol y por unos minutos salga el arcoiris.
Sería el broche perfecto a un día meteorológicamente completo.
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