Por desgracia tengo a mi alrededor historias de personas, que no están pasando por su mejor momento. En alguna ocasión me han dicho que parece que se están cebando con ellos. Yo, como soy muy refranera, les contesto que "Dios aprieta pero no ahoga", y como quien hila historias como retales, me acabo de acordar de ellos justo después de regar mi hortensia.
Hace un par de años mi hermana, me regaló una por mi santo, porque sabía cuánto me gustaban. Me recuerdan a los veranos en Colmenar. Recuerdo que me tiré parte de la primavera y del verano disfrutando de sus flores; pero cuando llegó el otoño, empezaron a perder su color. Quedándose en un rosa muy pálido y algo seco. Las hojas fueron cayéndose poco a poco hasta dejarla completamente desnuda. Marina, que nos ayuda en casa, especialmente con las plantas, una mañana decidió cortarme las flores y los tallos secos, y a pesar de la insistencia de mi madre de querer tirarla y mi enfado monumental por podarla, decidí mantenerla por si la moscas. Semana tras semana la iba regando sin perder la esperanza de que en algún momento algo saliera. Y así fue.
Por estas fechas, en febrero del año pasado, vi que pequeños brotes verdes empezaban a crecer de los troncos marrones y secos que habían aguantado todo el invierno.
Este año está ocurriendo lo mismo, aunque hubiera decidido mantener las flores secas por mero romanticismo. Hoy, al ser consciente de que nuevos brotes estaban saliendo, he cogido las tijeras y he cortado las flores secas. Sus tallos estaban muertos por dentro aunque las siguieran manteniendo erguidas. Muchas veces nos ocurre eso. Mantenemos cosas muertas por miedo a perderlas, impidiendo que nuevos brotes puedan salir a la luz, perdiendo la esperanza en que algo nuevo y mejor está por llegar.
La esperanza está en esperar esos brotes, que son el premio de quien cree en el futuro.
Algún día entenderemos el porqué tuvimos que luchar contra el invierno, y entenderemos que la primavera se hace esperar, pero siempre llega. Que los brotes verdes, siempre nacen, aunque parezca que el invierno se alargue un poco más con los años. Porque aunque no nos demos cuenta, la Tierra sigue inclinada y girando, quizás por ello, nuestros planes se muevan y tengamos que seguir realizando cambios en nuestros proyectos.
Me gusta! Yo soy de las que piensan que todo ocurre por algo :)
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