Antiguamente, o al menos eso nos han hecho creer las películas, el poder de la palabra era mayor que en siglo XXI.
Cuando alguien, ya fuera de la alta sociedad estadounidense, como Escarlata O´Hara o un heroico vaquero del lejano oeste, daban su palabra sobre algo, no había nada más que añadir. Se sabía que decían la verdad o que lo que habían dicho que iban a hacer, se haría tarde o temprano, por las buenas o por las malas.
Hoy en día, esto no es lo que suele ocurrir. Prometemos cosas, y posteriormente aparecen las excusas. Y se quedan en nuestra memoria frases, también de películas, como la de "Un padre en apuros" de Arnold Schwarzenegger cuando su hijo le dice: " nunca cumplez tuz promezas".
Tener en la mente las promesas que damos a los demás cuando nos piden ayuda o nos invitan a algo, hacen que seamos más sinceros con nosotros mismos y con los demás. A nadie le gusta recordar promesas para que finalmente se cumplan, y mucho menos, recriminarlas cuando no se han cumplido, aunque parezca lo contrario.
Hay veces, que para evitar conflictos, se tiende a no comprometerse, a no prometer nada, y creo que es peor el remedio de la enfermedad. Yo al menos, necesito gente comprometida a mi lado. Comprometida con todo, primero con uno mismo y luego con todo lo que le rodea; gente fiel con la que poder contar, en las duras y en las maduras. Gente que me enseñe, que teniendo la edad que tenga se puede seguir creciendo y luchando por nuestros sueños y que mi sueños, por ser míos, también en parte, forman parte de su historia.
Medias tintas, nunca escribieron una buena novela.
Reflexionen sobre ello.
Buenas tardes.
Comparto tu reflexiva exposición. Saludos y aprovecho para desearte un Feliz Año 2013.
ResponderEliminarRamón