saber mirar.

Dicen que cuando cae la noche, todos los gatos son pardos.

Yo creo que depende de quien los mire. 

Supongo que a veces nos centramos en el color del pobre animal y nos olvidamos de que la parte principal del dicho no se centra en ese aspecto, si no en los ojos que miran al gato. Por la noche y por el día, el gato mantiene su pelaje y no cambia en función de la franja horaria. Sin embargo la capacidad visual de la persona que lo mira sí, y más si hablamos de un sábado por la noche o un lunes por la mañana.

Ver o no ver, esa es la cuestión. 

Aunque principalmente la historia esté más, en querer o no ver. 

Es curioso, como reflexionando sobre nuestro día a día y cómo interactuamos con la mirada, podemos saber en qué momento estamos. Hay personas que caminan siempre con la mirada al suelo, otras siempre mirando al frente y otras que alternan ambas opciones, combinándolas con miradas al cielo, como queriendo buscar algo o a alguien. Algunos, no son capaces de mirar directamente a los ojos, y otros no pueden dejar de hacerlo. Dicen que hay miradas que matan y hay otras que enamoran, otras hasta que incluso se buscan y en algunas ocasiones, hasta se encuentran.

Me acuerdo una vez, que decidí hacer un experimento. Consistía en ir mirando a la gente por la calle a los ojos. Por regla general, vamos andando por la calle con prisa con el objetivo de llegar a algún lado y se nos olvida que vivimos con gente, actuamos como pequeños robots que tienen deberes que cumplir. Os propongo que lo hagáis.  Fue una sensación increíble.  Esas personas que caminaban por la calle y se encontraban conmigo, me transmitían con sus ojos la siguiente frase: me ha visto!.  Algunos se quedaban con cara de .. no no la conozco. Otros, rápidamente agachaban la mirada, y otros simplemente sonreían, porque yo me iba partiendo de la risa con mi experimento. 

Pronto volveré a hacerlo, es divertido y me hizo sentir muy bien, porque supongo que mirar, miramos todos los días, pero con ganas sólo en ocasiones especiales.