Hoy, ha venido a mi mente, creo que por alguna canción que escuchaba en mis auriculares, un balance rápido de mi año. Quizás haya tenido algo que ver, la incansable sugerencia de facebook de intentar resumirlo en sólo 20 fotografías o las fechas en las que estamos, en las que parece ya tradición, hacer balance de lo vivido y lo aprendido.
Siendo, como en las películas, unos escasos segundos de reflexión, el resultado ha sido positivo. Tener todavía frescos en la memoria tantos y tantos momentos hace que me sienta afortunada. No porque todo haya sido bueno, si no porque siento que he crecido y eso me hace sentir muy feliz.
Porque este año no sólo he reído hasta llorar, si no también llorado hasta reír.
Sufrido para aprender, y aprendido hasta cambiar.
Valorando aquello que para mí es valioso, y cuidándolo como se merece.
Cuando uno es "más joven" aprende cosas a diario inconscientemente. Cuando nos vamos haciendo mayores, esas enseñanzas, al ser retenidas a base de caídas y algún que otro sobresalto, se graban en nuestra conciencia hasta ser reconocibles casi a diario.
Creo que crecer, y sentir ese crecimiento, es una de las cosas más bonitas que tenemos los seres humanos.
Bueno diría más, crecer, aprender y enseñar.
Aprendiendo lo que un día a otros les hizo madurar y enseñando lo que a nosotros nos hizo crecer. Un trabalenguas bonito que se basan en dos verbos poco practicados: escuchar y hablar con sinceridad, de corazón a corazón.
Practiquemos un poco, mirando la marca en la pared de enero de 2011, ¿creciste? ¿crecemos juntos?.
0 comentarios:
Publicar un comentario
hoy no te acostarás sin ... ¿ comentarme? Anímate!