darte cuenta de tu escasa originalidad.

En algún momento de nuestra vida, todos tenemos la sensación de que todas las canciones hablan de nosotros. Parece que el autor de la letra o de la música (porque muchas veces se trata de piezas sin letra), supiera nuestro momento personal, hasta el punto de describir nuestros sentimientos o nuestra actitud ante la vida. En ese momento la música se vuelve magia, y la canción alcanza la estrella de spoty, marcando que es una de nuestras favoritas.

Cuando esto ocurre, pocas veces somos conscientes de lo poco originales que somos. Cuando alguien estando al otro lado del charco, por ejemplo, con otro contexto social, económico, político, incluso psicológico y sobretodo con una historia personal diferente, es capaz de describirte, quiere decir que aquello por lo que estas pasando, alguien no sólo lo vivió antes; si no que lo sufrió primero, hasta el punto de tener la necesidad de ponerle una melodía, o una danza, o palabras, o unos colores determinados para expresar la luz de sus pensamientos.

Quizás la magia no esté en la similitud de nuestra vida con la suya, en la escasa originalidad de nuestra existencia, si no en la capacidad de expresarlo con su arte; y que su arte, nos llegue.

Hace tiempo en una conversación, al calor de un café, decía que esa era una de las cosas buenas que estaba generando la crisis: aumentar el potencial creativo del ser humano; por la necesidad de reinventarse para sobrevivir en esta vorágine de sentimientos que nos azota.

¿Y tú qué haces con tus sentimientos?

¿Cómo estallas?