Ayer después de leer la noticia de la madre que espera a entrar en prisión por asesinar al violador de su hija, me di cuenta de lo fácil que es cambiar de rol, sin darte cuenta y cambiar de victima a verdugo.
En la noticia decían que la familia había recogido muchas firmas para que no se lleve a término ninguna sentencia y la condena, ya reducida por el Tribunal Supremos a 5 años, no quede suspendida, como ya está, si no que se transforme en indulto. La mujer padece un trastorno adictivo mixto con síntomas de ansiedad y depresión producidos por la violación de su hija. En el momento de los hechos, la mujer sufrió enajenación mental al preguntarle el susodicho por su víctima en una parada de autobús cuando se encontraba de permiso, increíble pero cierto. Ella reclama y dice que no es ninguna asesina, aunque con un bidón de gasolina prendiera fuego aquel que con tanto descaro abusó y destrozo la vida de su familia.
Al escuchar la noticia y el testimonio de la madre y la hija, he estado pensando si yo hubiera firmado la propuesta, aunque no he encontrado respuesta.
A veces el bien y el mal se juntan en un línea tan difusa que es complicado posicionarse sin mezclar el corazón en la solución más justa. ¿Pero cómo hablar de justicia cuando hablamos de arrepentimiento y de venganza?
Creo que sólo desde los ojos misericordiosos de un padre o una madre que entendiendo los motivos que le llevaron a hacer determinadas cosas a sus hijos, les castigan para que sepan, y sirvan de ejemplo a sus hermanos; de que por muy justificada que esté la acción cometida, el fin no justifica los medios y que ojo por ojo el mundo se quedará ciego y que toda acción tiene su consecuencia.
¿Qué diríamos de la justicia si a esta mujer se le condena, habiendo quedado libres otros tantos "culpables" sin razón en sus acciones y cuyas victimas fueron más inocentes que estas?
¿Qué diríamos si llegara el indulto habiendo tomado esta mujer, nunca mejor dicho, la justicia por su mano?
¿cuánto vale una vida?
¿por qué la vida de este violador vale menos que la del padre de familia que mató aquel torero borracho que conducía con exceso de velocidad?
Yo tengo claras mis respuestas.
Y también tengo claro que no me gustaría estar en la posición de quién tenga que decidir si llevar o no a ejecutar la sentencia ya dictada; porque en esta ocasión ser justo es igual que ser injusto en cualquiera de las dos alternativas.
Cada uno es dueño de sus actos. Y todos los actos deben tener consecuencias. Con esto quiero decir que la madre hizo lo que creyó que era correcto (nadie puede entrar a juzgarla por lo que hizo), y ahora debe asumir sus consecuencias.
ResponderEliminarA menudo la justicia es injusta. La leyes están ahí para evitar saltarselas, pero eso no quiere decir que en ocasiones no debamos actuar al margen de la ley.
Gracias por estas reflexiones, siempre vienen bien para pensar y buscar nuestros límites.
Yo sería partidario del indulto, así, sin medias tintas
ResponderEliminarMe gusta que nos recuerdes que ojo por ojo el mundo se quedará ciego, que creo que es la mejor conclusión.
ResponderEliminarEs que hay ocasiones en las que todas las opciones son, de un modo u otro, injustas.
ResponderEliminarEn esos casos hay que tratar de actuar de la forma "menos mala", y eso nos recuerda que, al final, el problema es que el mundo es muy injusto.
Un abrazo!
Creo que aplicar la justicia de una forma que se pueda llamar justa es totalmente utópico. ¿Qué es justo y que es injusto? ¿Quién valora entre lo bueno y lo malo de una forma objetiva?
ResponderEliminarSupongo que a estas preguntas han intentado dar respuestas cientos de filósofos a lo largo de la historia, no sé si ellos habrán llegado a conclusiones,yo al menos no, lo que sé es que no me gustaría nunca verme en una situación como la que describes. Sólo pensar en ello me causa cierta angustia, no imagino como sería vivirlo.
Abrazos.