Los buenos viajes, como los buenos vinos, dejan un buen sabor de boca y un recuerdo especial. Han sido unos días en los que nos hemos empapado de la cultura alemana poniéndonos al día de su historia y de la nuestra, porque cuando dos amigos se encuentran, siempre es motivo de fiesta.
Entre brindis y brindis, o entre "prost" y "prost" hemos compartido sabiduría, conocimiento y algun que otro consejo. Quizás por ello en la maleta me llevo algún que otro kilo de más por lo aprendido. Porque en Alemania, todo se vive de otra manera.
Berlín con su multiculturalidad, modernismo, gente e historia. Bremen por invitarte a soñar con cada casa, tienda o fachada, o a cantar o tocar agún instrumento con sus trotamúsicos mirando alguna alcantarilla. Cuxhaven con su mar, su dualidad con líneas imaginarias que separan ríos con vegetación y mares con arena de playa y los bancos donde captar la mejor panorámica brindando con una cerveza. Hamburgo con sus Iglesias de las mil religiones, su lago con patos y ocas y un puerto donde descansar el cuerpo y la mente.
Pero sobretodo me quedo con su cielo.
Creo que nunca jamás he visto un cielo tan bonito en mi vida. Quizás sea por la luz o porque las nubes, con el viento, se mueven mucho más rápido que aquí en España y te hacen sentir que lo malo, la lluvia pasará pronto; y te recuerda, por su brillo, que el sol siempre seguirá detrás de ellas, aunque no puedas verlo pero sí sentirlo.
Un cielo digno de una postal.
Un cielo a donde como bien pude leer en la Catedral de Hamburgo, no me importaría que algún ángel me llevara de la mano.
Las anécdotas y los anécdotos los dejo para contaroslos en los bares y para seguir creándolas contigo.
Hoy me descalzo en tu honor como lo hacían los berlineses.
Contigo, si me dejas.
Contigo, si me dejas.
Me ha encantado el resumen de tu viaje. Quiero más anécdotas, por supuesto en un bar...
ResponderEliminarBerlin y Bremen fueron dos ciudades que me enamoraron. Quizá porque no esperaba tanta belleza, tanta cercanía. O porque la compañía (siempre importante) es un regalo para llevarse en la maleta.
ResponderEliminarCuídate.
p.d.: Habrá que celebrar tu vuelta.
Y si por algo me gusta y encanta viajar es por precisamente eso, porque conocerás lugares increíbles, te sorprenderás por lo encontrado, disfrutaras de otras culturas..pero sobretodo siempre te vendrás con algún que otro kilo de más en la maleta por lo aprendido ;)
ResponderEliminarLo primerísimo de todo, mil perdones por no haber pasado antes por tu blog. Y después de las disculpas... Hace unos años hice un viaje precioso por toda Europa y uno de mis destinos fue Berlín. Y sin duda, tengo una imagen grabada en mi memoria. Yo tirada en mitad de un césped, muy cerca del antiguo muro, lleno de verdaderas obras de arte. Mirando ese cielo azul digno de postal. Tranquila, relajada, a muchos km de casa.
ResponderEliminarYo también quiero volver con anécdotas y anécdotos.
Un abrazo!
La verdad es que leer cosas como esta me dan ganas de liarme el hatillo y salir a recorrer el mundo.
ResponderEliminarYo también quiero escuchar anécdotas.
Un abrazo!
Qué ganas de conocer Alemania, sobre todo Berlín. Por cómo lo cuentas, parece que has vuelto enamorada y eso es lo más bonito que te puede pasar cuando viajas, volver con parte del destino en el corazón :)
ResponderEliminarEn cuanto al cielo, para mí, el más bonito que he visto en la vida está en Hungría, en Hèviz. Si algún día tienes la ocasión... ;)
¡Un abrazo!
Llego tarde para darte la bienvenida pero ya se sabe que si la dicha es buena...
ResponderEliminarSi me quedaba alguna pequeña duda de si viajar o no a esas ciudades creo que ha quedado resuelta. Yo también quiero ver ese cielo.
Un abrazo, me apunto a esos brindis cuenta anécodtas (y anécdotos)