los artistas.










Una de las cosas que caracteriza al ser humano es su capacidad, habilidad y necesidad de expresar sentimientos y emociones.

Cada día me impresiona más cómo poco a poco ha ido evolucionando la forma de expresarnos, y como con los años, sobretodo conforme vamos sumando velas a nuestra tarta, heridas a nuestra piel y alguna que otra arruga; vamos apreciando esa capacidad y sobretodo, esa solidaridad que tienen aquellos que comparten lo que les pasa por su corazón o por su mente. Esos Artistas que mediante su Arte, comparten con nosotros su pequeño mundo particular.


Con cada obra, el autor, deja una parte de sí en ella, que nosotros como espectadores disfrutamos valorándola. Juzgando con nuestro ojos (y con nuestro estómago) su capacidad de llegar hasta nosotros, ya que sólo en el momento en el que nos toca, en el que nos impide estar indiferentes ante lo que nos muestran, podemos considerar su obra como buena.


Pero en todo ese entramado de obras, exposiciones, y museos nos olvidamos que en cada una de ellas, el autor, como un ser humano cualquiera, en un momento de inspiración al sentir la necesidad de desbordar su mente, sus manos o ambas cosas; es capaz de plasmar su momento personal en su obra. Quedando, de alguna manera, desprovisto de cualquier máscara, desnudo ante quién curioso le observa, y compartiendo y donándose (a veces sin quererlo, y muchas más, sin que seamos conscientes, ni nosotros ni el artista) a la sociedad.

Si viésemos realmente esa relación, de cómo la mente es capaz de conseguir, que unas manos sean capaces de fotografiar, escribir, pintar, bailar, cantar, o que una mente sea capaz de encontrar esa esencia, esa parte del artista,  seríamos conscientes del verdadero valor que hay detrás de las puertas de nuestros museos, de nuestros auditorios o de aquel bar que luchando contra los Ayuntamientos, sigue apostando por los "noveles", ofreciéndoles un sitio para expresarse y exponerse ante quienes con sus sentidos, están dispuestos a escucharle.
Porque a veces, mostrar tu trabajo, se parece más a una línea de fuego en la que el artista se posiciona enfrente de su público, quien con sus armas, apuntan esperando el más difícil todavía. Sin saber muy bien ni qué buscan, ni qué esperan.

Saquen sus banderas blancas, quítense sus escudos.
Hoy quizás ante sus ojos, tengan algo que disfrutar.
Quizás esperar desespere más, que encontrar sin buscar el tesoro escondido enmarcado en una pared o tras los lomos de una encuadernación.

Gracias a todos aquellos que me hacéis disfrutar con vuestro arte.
Gracias por compartir vuestro yo, más intimo. Aunque sea tras personajes inventados, flashes coordinados, acordes ordenados, pasos acompasados o tras una pincelada en tu lienzo.
Gracias.


5 comentarios:

  1. Gracias a ti por compartir tu arte también :-)

    ResponderEliminar
  2. Estoy completamente de acuerdo contigo. Yo llevo mucho tiempo diciendo que la poesía y la escritura me da la vida, pero también me la quita. Porque es en el momento en el que me expongo y soy más vulnerable a todo. Y a menudo, lanzarse a la batalla sin escudo es un acto de valentía y estupidez a partes iguales.

    Gracias por ser la voz amable que nos da fuerzas.

    ResponderEliminar
  3. Para mí, lo mejor del arte es cuando la obra supera al artista, y es una parte de él, pero al mismo tiempo él se encuentra sorprendido y conmovido con lo que acaba de hacer, por toda la parte involuntaria que tiene su arte.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar

hoy no te acostarás sin ... ¿ comentarme? Anímate!