(Homenaje a la película de "El notificador")
Señor juez,
A continuación le adjunto las cosas que detesto:

Odio las plazas sin árboles y con palomas. Odio a la gente que las alimenta y a ellas y a los gatos callejeros. Y a aquellos que se quejan de que haya gatos que se coman a esas palomas, porque no entienden el fabuloso ciclo de la vida, la selección natural y las dinámicas demográficas.
Odio el calor del transporte público que hace que se me empañen las gafas por la mañana. Las personas con el pelo mojado y olor a ropa sucia y aquellas que no respetan el asiento reservado o el espacio vital de los usuarios.
Odio la gente que cree que lo sabe todo, y aquellos que no tienen inquietud por nada. La gente que pregunta cosas absurdas sólo por parecer que te escucha y a la gente que trata de contestar para complacerles.
Odio las calles sucias, la gente que escupe y tira papeles al suelo. Las escaleras mecánicas rotas, los ascensores rotos, y cuando la altura errónea de los escalones hace tropezar al personal.
Pero por encima de todo odio odiar, porque me demuestra que aquello que odio tiene más importancia para mí, de lo que yo creía.
Odios absurdos que nos hace darnos cuenta de la estupidez humana.
Por sentir odio.
Y no poder hacer nada por remediarlo.
Por sentir odio.
Y no poder hacer nada por remediarlo.
El odio no deja de ser una emoción y como toda emoción aparece cuando se la provoca. Mientras no te domine el odio y enturbie lo bueno de toda situación creo que no hay nada de lo que preocuparse. Hay muchas cosas odiosas cada día y al final las cambiamos evitándolas :-)
ResponderEliminar:) buena reflexión.! me gusta!
Eliminarun abrazo!!