volar a dos palmos del suelo.


Es curioso.
Llevo varios días encontrándote en todas partes.
Y lo cierto es que te escondes en tantos rostros que siempre eres una persona diferente. Y no me refiero a que no seas quien creo que eres, si no que los recuerdos se entremezclan tanto que, no se si eres tú, o soy yo, o si realmente ninguno de los dos es quien está perdido en las calles de esta ciudad.

Lo cierto, es que en todas las ocasiones se me para el corazón y de alguna manera, se me corta la respiración. Y en ese preciso instante en el que el no tengo aire, y mi corazón de alguna manera deja de latir; es cuando, mis pies, flotan, dos metros por encima del suelo y me siento viva.
 
Sí, cuando creo que eres tú el que camina justo delante de mí, con tu camisa blanca y el jersey en la mano. O el que me mira de reojo desde una terraza, con ese jersey de cuello extraño y ese tupé. O al que adelanto, justo cuando avanzo a paso ligero, con esa camisa rosa vaquera, o esos náuticos marrones con el jersey anudado a la cintura, como sabes que tanto odio. O el que lleva ese libro bajo el brazo y espera en la puerta de un cine, haciéndose el interesante por leer a un escritor famoso. O el chico que con su nuevo corte de pelo  marcando tendencia, siembra el detalle en los demás. 
Pero siempre detrás de esa nueva barba, que oculta todos tus anteriores "tus". Y quien sabe si algún que otro yo.
 
Viva, es curioso.
Sí, justo cuando más la borde de la muerte estoy. Cuando estoy a punto de tener casi un paro cardiaco y sólo depende mi supervivencia, de la siguiente exhalación.
 
Y es que, desde hace algún tiempo, tengo la necesidad de vivir al límite, y eso hago. Malviviendo en mi día a día, pero bienviviendo al limite a los ojos de los demás, con agendas y demasiada vida social que me pregunta cuándo tengo tiempo para mí. Conviviendo, pero desviviendo en mí. Sobreviviendo, sin revivir historias pasadas, y viviendo sin más. Sin más pretensión que esa... vivir.
 
 
Y en esta obsesión por vivir, lleno tanto mi agenda, que hago que mi vida se convierta en un ir y venir tan deprisa, que me olvido lo que es la vida, porque pasa delante de mis ojos como un vagón de metro que se va justo al llegar al andén.
Mientras, entre tanta intensidad, saco los detalles que me hacen ser un poco más persona. Esos detalles que de alguna manera me recuerdan que tú ya no estás; y que lo bueno, es que yo ,sigo estando aquí, mejor aún si cabe.
 
 
 

4 comentarios:

  1. Quizá disparar con escopeta es una manera de acertar a más blancos, pero siempre será de perfil, rozándo las cosas. Creo que hay que ir y venir pero tratando de buscar un lugar donde quedarse, al menos, a tomar aire.

    Cuídate.

    ResponderEliminar
  2. Por lo que veo no soy la única que se llena la agenda y trata de vivir mínuto a minuto.

    ¡Un saludo!
    Patri.

    ResponderEliminar
  3. He pasado un tiempo como tú, pero he tenido que aprender a parar de vez en cuando, si no, siento que no me sigo el ritmo, que las cosas que hago van más rápido que yo y no me entero de lo que ocurre a mi alrededor hasta que ya ha pasado.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  4. Nunca he sido de llenar mi agenda hasta la extenuación, precisamente porque creo que es necesario darse tiempo a uno mismo para asimilar lo que está pasando. Siempre se ha dicho que el que mucho abarca poco aprieta, pero todo son formas de vivir. Hay personas que necesitan tener todas las horas ocupadas del día para sentirse vivas, aunque personalmente creo que es porque tienen miedo de enfrentarse a ellas mismas y descubrir que tal vez no estén tan vivas como piensan. No lo sé. Para gustos los colores.

    Salud.

    ResponderEliminar

hoy no te acostarás sin ... ¿ comentarme? Anímate!