Siempre he dicho que mi estación del año favorita, junto con la primavera
es el otoño. Creo que son para mí especiales porque es cuando empieza a crecer
todo. En primavera el verano. Y en otoño el invierno.
Pero entre todos los meses, mi favorito, es septiembre. No (sólo) porque
sea mi cumpleaños, si no porque es el mes de la nueva mirada, del optimismo y
la vitalidad. Cuando las fuerzas, por las vacaciones se ven multiplicadas, y el
descanso deja paso a la energía, y el tiempo a la imaginación; y uno tiene la
fuerza suficiente como para luchar cualquier batalla, y ganar cualquier guerra.
En este mes, es como si crecieran mis ganas de aprovechar cada momento a
medida que decrecen las horas de sol. Sin saber porqué, tengo la sensación de que
pronto acabará algo bueno y tengo que ponerme las pilas y abarcar al máximo
todo lo que me rodea porque hasta dentro de al menos 10 meses, no volverá a
ocurrir. Quiero comer helados antes de que ya no me apetezcan. Aprovechar las
terracitas, con cervecita y confesión, porque aunque posteriormente se pueda
estar con chaquetita y estufa, ya no será lo mismo. La pedicura y las sandalias (bueno, esto no tanto,
lo cierto es que tengo ganas de volver a las botas y botines). El abanico, las
gafas de sol y el postureo generalizado al solecito. Los cines de verano, y los
conciertos al aire libre. Y tantas y tantas cosas, que desaparecerán al llegar
noviembre.
Porque al final, la vida no son subidas o bajadas (veranos o inviernos), la
vida son etapas transitorias entre ambas. Porque no hay nada ni malo ni bueno.
Todo son matices. Son grises. Que es más elegante que el blanco y el negro, o
al menos, menos presuntuoso.
Dejen los extremos a un lado y quédense en el punto medio y hagan un lazo,
que unido todo se ve mejor, y el frío se siente menos, y el calor, con gusto, no
pica.
Porque en septiembre empieza y acaba todo.
Es el verdadero fin del año, porque aunque hayamos crecido, el calendario
escolar es el que realmente marca nuestras vidas, y lo de Nochevieja, es la
excusa ideal para ponernos guapos y salir con los amigos. No es un verdadero
punto de inflexión, y quizás por eso, no cumplamos nunca nuestros propósitos.
Disfruten de la estación, que la próxima está en curva y tienen peligro de
introducir el pie entre coche y andén. No se detengan y avancen
con la caída de las hojas.
A mí septiembre me gusta, pero con cuidado, que octubre suele ser un mes más cabrón, y trae consigo melancolías otoñales. Septiembre es el último aliento del verano, y hay que aprovecharlo como tal, por los que dejamos siempre las cosas para el último momento.
ResponderEliminarUn abrazo!
tú lo has dicho! a disfrutar los 4 días que nos quedan!
EliminarYa sabes que no soy muy fan de septiembre.. pero sí que lo soy de ti.. y de tus teorías!
ResponderEliminar:) que mona eres!! soy fan de ti!!
EliminarSiento haberme perdido tu inicio de blog en septiembre con los premios. Gracias por el mío. En cuanto a septiembre yo también creo que tiene algo de mágico, pero es cómo una batalla que tienes que librar tu para sacar todo lo bueno que hay.
ResponderEliminarNos vemos en octubre, que tampoco es mal mes.
Cuídate.
Lo imporante es llegar Señor Ladrón. Y pillar un buen sitio, que le voy a decir a usted.
EliminarQueda poco para que acabe septiembre, tendremos que aprovechar octubre ya que Septiembre ya se ha ido. :)